El avance
tecnológico de los últimos años ha brindado al ámbito educativo nuevas
herramientas, recursos y materiales didácticos, los cuales constituyen grandes
innovaciones que nos han permitido ser más dinámicos y versátiles en nuestra
labor; Sin embargo, para poder establecer adecuados ambientes de aprendizaje, y
de esta manera alcanzar los objetivos comunes planteados dentro de cada proceso
escolar, es necesario crear enlaces entre estos elementos, que justifiquen su
accionar en dicha tarea.
La
teoría sociocultural del aprendizaje desarrollada por Vygotsky forma parte
imprescindible de este enlace, al analizar la manera en la que diferentes
herramientas culturales funcionan como mediadores de la actividad intelectual
dentro de los planos de participación social, para posteriormente formar parte
del plano interpsicológico (Fernández, 2009). Tomando en cuenta los anterior,
debemos comprender que nuestros alumnos interactúan día a día no sólo dentro de
uno, sino en diferentes contextos sociales (en la escuela, las redes sociales,
su comunidad), y esto muchas veces es propiciado por la manipulación de estas
nuevas herramientas tecnológicas, las cuales también pueden contribuir en la
construcción nuevos aprendizaje si se les da un uso adecuado.
Al respecto, Dubois
y Cortés (2005) argumentan que la tecnología no puede ser entendida si su
análisis es aislado de los procesos de interacción social, y consideran la
cultura como un sistema de transformación y desarrollo social, afirmando que los
dispositivos electrónicos contemporáneos, así como las Tecnologías de la Información
y la Comunicación (TIC), no deben ser percibidos únicamente como soportes
técnicos de nuestras actividades cotidianas, pues representan nuevos lenguajes
para el entendimiento humano, útiles para compartir experiencias de aprendizaje
y así generar conocimientos.
Fernández (2009), desde
el paradigma sociocultural, también explica que el aprendizaje es producto de
participación social vinculado al uso de herramientas culturales, y es mediado
por instrumentos. Wenger
(2001) complementa la anterior afirmación argumentando que estamos viviendo una
era con nuevos instrumentos y nuevos símbolos manipulables por los estudiantes.
Anteriormente el Lenguaje era aprendido a través de las relaciones con las personas
más cercanas, mediado por instrumentos y símbolos (como los caracteres propios
a la escritura y sus sonidos); Hoy en día contamos con hipertextos, metadatos, audiolibros,
videos, y gran gama de materiales audiovisuales, accesibles y manipulables a
través de los ordenadores y la red, que obviamente amplían nuestras
posibilidades.
Hasta este punto hemos justificado el uso de
herramientas tecnológicas dentro del marco del proceso enseñanza-aprendizaje,
sin embargo, la sociedad ha cambiado junto con sus necesidades, dando origen a
nuevas prácticas de la actividad humana, como la creación de comunidades de
práctica apoyadas en las infraestructuras de red dotadas por las TIC, dónde sus
miembros interactúan para compartir sus ideas y experiencias acerca
de un tema de interés común, propiciando en aquellos casos más productivos, ambientes
propicios para un aprendizaje colaborativo (Wenger, 1998 en López, 2010).
Las comunidades de
práctica virtuales están presentes frecuentemente en redes sociales que visitan
las personas con fines en común, sin embargo, al potencializar el alcance de la
interacción social apoyada en tecnología, surgen nuevas metodologías de
educación, como el Blended-Learning o aprendizaje
híbrido (Mortera, 2007), que combina las prácticas escolares convencionales con
el trabajo a distancia basado generalmente en plataformas e-learning, las cuales posibilitan el establecimiento de comunicación bidireccional y
multidireccional, tanto sincrónica como asincrónica (Boneu, 2007).
Por otro lado, el Mobile-Learning
(Aprendizaje móvil), basa por completo su estructura dentro de estas
plataformas, apoyado en el avance de redes de comunicación y soporte de
archivos que permite llevar la interacción social y el estudio casi a cualquier
lugar, y en cualquier momento desde un dispositivo móvil como un smatphone, un Tablet o una notebook.
Claramente son realmente interesantes todas las ventajas que han
ofrecido las TIC en la educación, pero ¿Cómo justificamos su accionar desde una
perspectiva sociocultural en las comunidades virtuales?, de acuerdo con Burgos
(2007), a través de estas herramientas es posible establecer complejos
ambientes de aprendizaje , en los cuales se pretende estimular la participación
y colaboración de de distintos modos, y por lo tanto es posible la
reconstrucción del contexto con base en esa interacción.
Evidentemente no es lo mismo participar socialmente en un sistema
presencial que en uno a distancia, por lo cual es necesario adoptar modelos de
enseñanza-aprendizaje que permitan atender a la gran diversidad de
participantes en estas comunidades virtuales propiciadas en sistemas híbridos y
combinados, pues al tener las redes un alcance global, es casi inimaginable la
una gran cantidad de culturas que entran en contacto cuando sus miembros puedan
tener un fin pedagógico didáctico común.
La solución es dotada por un modelo centrado en el estudiante
(Alanís, 2007), el cual es incluso funcional en modelos tradicionales, pues
también se enfoca
en las características y necesidades, cognitivas y psicológicas de los alumnos
(Heredia y Romero, 2007), quienes dejan de ser simples espectadores y
receptores de información, para que el maestro abandone también su papel de
emisor de la misma, y trabajen en conjunto en la construcción guiada de
conocimientos (Fernández y Silveyra, 2010).
Tomando en consideración todo lo anterior,
podemos concluir que para diseñar actividades pedagógicas que puedan ser
mediadas por instrumentos proporcionados por la tecnología digital, debemos
establecer enlaces entre los objetivos comunes a alcanzar, las interacciones y
eventos comunicativos que nos permitan evaluar paulatinamente el avance en la
construcción de conocimientos, y las características y necesidades específicas
de nuestros estudiantes, y así crear ambientes de aprendizaje de calidad,
independientemente de la modalidad educativa (presencial o a distancia) en la
que nos desempeñemos.
Por su parte las instituciones deberán dotar
la infraestructura y el espacio adecuado para llevar a cabo estas prácticas
pedagógicas, pudiendo elevar su oferta educativa y ampliarse a nuevos
horizontes al incursionar en comunidades virtuales, seleccionando equipos de
docentes y expertos en cada temática que se responsabilicen en la elaboración
de programas académicos eficientes y eficaces.
No es una tarea sencilla, incluso la adopción
de estas herramientas sugieren la adaptación de todos los actores en una
innovación educativa, dónde en cada caso será necesario llevar a cabo una
investigación previa, pues para que dicho proceso tenga éxito, se deben contemplar
factores como los costos, beneficios y acoplamiento de todos los usuarios
(Alanís, 2010), pues como indica Brunner (2000), Desde la percepción de las personas y las asociaciones
civiles, la educación no sólo es uno de los bienes sociales más preciados, pues
esta representa el medio más potente para alcanzar el bienestar individual y
colectivo.
Referencias:
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Brunner, J. (2000). Globalización y el
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línea: http://colombiadigital.net/newcd/component/docman/doc_details/227-nuevas-tecnologias-de-la-comunicacion-para-el-desarrollo-humano
Fernández, J. (2009). Las tecnologías de la información y
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